El
autobús descendió con brío por la
calle Alcalá
.Hizo un alto frente a la iglesia
de San José para
recoger a unos pasajeros y comenzaba a
adentrarse en la Gran Vía cuando pareció pensárselo mejor y se detuvo unos metros más allá de la parada.
Se
escuchó una algarabía de voces hablando en italiano al pié de la puerta de entrada. Los dueños del
nutrido grupo de voces comenzaron a subir al autobús , organizados en una alegre cola como el dragón de
las fiestas del año nuevo en China.
“
Pasen al fondo,por favor. Hagan sitio “gritó el conductor dirigiéndose a los pasajeros, nativos en su mayor parte ,que
estaban instalados en el centro.
Los aludidos comenzaron a desplazarse en bloque entre
murmullos de protesta ante la magnitud
del grupo que iba entrando con el que iban a tener que compartir el espacio
Aún en los trayectos pequeños , parece
que los viajeros de los autobuses van
familiarizandose unos con otros hasta formar un grupo unido ,con
identidad propia ,aglutinados en torno al conductor , recelosos de todo aquello que pueda destruir
ese sentimiento de familiaridad momentánea .Ahora el conductor encargado de
llevar a buen término a su pasaje traicionaba la confianza puesta en él así que
el resquemor de los viajeros era doble.
Haciendo ostentación de rebeldía, una señora algo gruesa ,con el pelo teñido de rubio y
ataviada con una camiseta ajustada y leggins se apoya junto al
primer asiento que flanquea la entrada al pasillo del fondo, obstruyéndolo .Parece proclamar “a mí no hay quien me mueva de aquí “ pero el empuje de los pasajeros
le obliga a echarse a un lado.
El
dragón chino avanzaba por el interior del
autobús y los italianos comenzaron a ubicarse entre bromas y risas ,indiferentes al malestar del sector nativo ,que con
cara de digno sufrimiento , vá haciéndoles
sitio y,a la vez recibiendo
la información de los que estaban al comienzo y han presenciado lo ocurrido .
Al parecer , el conductor se había detenido al ver que
alguien en la esquina cercana a la
parada levantaba la mano. Después se había
dado cuenta de que esa persona no estaba
sóla ,sino acompañada de varias personas más pero ,cuando ha querido reaccionar ya tenía a todos los italianos subiendo al autobús .
“Y encima no llevan abono,sino que van
comprando el billete de uno en uno.”
Comienzan a surgir las voces de protesta.
Y tu
intentas que te paren en el último momento y
por más señas que les hagas ,“que
si quieres,Catalina”
La última pasajera italiana , después de
pagar su billete se quedó unos segundos hablando con el conductor …. Después se giró y
avanzó como pudo entre los viajeros ,rubia
y luminosa bromeando con sus
compatriotas rersplandeciente
como una reina que otorgara a uno y
otro lado el privilegio de su sonrisa
radiante
Conforme
la venus atravesaba el pasillo , los varones
nativos iban suavizando el ceño y la miraban como
habían mirado a Elena los
ancianos troyanos sentados junto a las
murallas .Desde los asientos , Los ojos
de las mujeres relampaguearon de envidia y admiración.
Y unos y otras se dieron cuenta de porqué
el conductor se había detenido en aquella esquina sin parada
El conductor ,sonriente e iluminado por el recuerdo de la diosa
arrancó
y enfiló la cuesta de la Gran vía con su pasaje sumido en todo tipo de
reflexiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario